La vitamina D es esencial para la salud ósea, ya que ayuda al cuerpo a absorber el calcio. También desempeña un papel crucial en el sistema inmunológico, la función muscular y la reducción de la inflamación. Una deficiencia de vitamina D puede llevar a problemas óseos como la osteoporosis y el raquitismo en niños. Se puede obtener vitamina D a través de la exposición al sol, alimentos como pescados grasos y productos fortificados, o mediante suplementos. Es recomendable consultar a un profesional de salud para determinar si necesitas un suplemento de vitamina D.

La vitamina C es un antioxidante potente que ayuda a proteger las células del daño causado por los radicales libres. Es crucial para la producción de colágeno, que es importante para la piel, los vasos sanguíneos, los tendones y los ligamentos. Además, la vitamina C mejora la absorción del hierro de origen vegetal y fortalece el sistema inmunológico, ayudando a prevenir infecciones y enfermedades. Los cítricos, fresas, pimientos y brócoli son buenas fuentes de vitamina C. Los suplementos de vitamina C también están disponibles para quienes necesitan un aporte extra.

La vitamina B12 es vital para la producción de glóbulos rojos, la síntesis de ADN y el funcionamiento adecuado del sistema nervioso. Ayuda a prevenir la anemia megaloblástica, que puede causar fatiga y debilidad. También juega un papel importante en el metabolismo energético, lo que ayuda a convertir los alimentos en energía. Las fuentes de vitamina B12 incluyen carne, pescado, productos lácteos y alimentos fortificados. Los veganos y vegetarianos pueden necesitar suplementos de vitamina B12 para evitar deficiencias. Consultar a un profesional de salud es recomendable para determinar la necesidad de suplementación.